Apenas un puñado de militares, en una cifra a todas luces insuficiente dada la magnitud de la catástrofe, se ha desplegado en las zonas más castigadas por la DANA, causando el desamparo y el enojo de miles de supervivientes, que vagan por las calles sin agua ni comida
El panorama desolador y dantesco de las zonas más afectadas por la DANA especialmente en Valencia nos acompañará en la memoria negra de España durante mucho tiempo.
La mayor catástrofe natural de la historia de nuestro país deja, además, una lamentable descoordinación entre administraciones que ha dado como resultado una tardanza inexcusable en desplegar el mayor número de efectivos posibles para atender a los supervivientes, y reconstruir las zonas devastadas.
Desde la administración local bajo el mando de Carlos Mazón se tardó un injustificable número de horas en difundir la alerta hacia la población, y desde el Gobierno de España se intentan justificar, para no tomar las riendas de la catástrofe y llenar la zona de militares, en que la ayuda la tiene que solicitar el ejecutivo de Mazón. Kafkiano, como mínimo. Y generador de rabia ciudadana.
La ministra de Defensa Margarita Robles llegó a decir que había «120.000 soldados disponibles», a lo que una periodista de la cadena La Sexta respondió: «¿y dónde están?». Eso mismo se pregunta la gente sobre el terreno, llenos de barro y de rabia por ver cómo el Estado está tardando días en ayudarles.
El resultado de esta caótica descoordinación es que los ciudadanos se sienten solos y desamparados, ya que a muchas poblaciones no ha llegado ningún tipo de ayuda y los vecinos se están coordinando entre ellos como pueden.
Cuatro días sin control, con cadáveres, con barro, con miles de desaparecidos, sin coordinación ni efectivos suficientes, serán la espada de Damocles que pesará sobre las cabezas de nuestros gobernantes, de una clase política que fue incapaz de ponerse de acuerdo para paliar los daños de la mayor y más mortal devastación natural que España ha vivido en su historia reciente.
Esta vez puede que sí, la ira ciudadana puede aumentar y la incapacidad de nuestra clase política les pasará factura a todos los culpables.