Existe un problema endémico en varios países tanto de América del Sur como de África en los cuales hay mandatarios o sagas de mandatarios que se perpetúan en el poder de formas poco democráticas e incluso violentas.
Venezuela ha celebrado unas elecciones cuyo cuestionable resultado arroja, según Nicolás Maduro, una victoria para él por encima de la oposición liderada por Edmundo González y María Corina Machado.
El régimen de Maduro impidió a Machado presentarse a las elecciones, sobre las que pesan duras acusaciones de fraude y diversas coacciones a los opositores. También, venezolanos residentes en el exterior están denunciando que no pudieron votar.
Así las cosas, el régimen tirano de Nicolás Maduro se enfrenta al no reconocimiento de los resultados electorales por varios países de su entorno, y tampoco se reconocen los resultados electorales desde Japón, la Unión Europea o incluso España, que todavía no se ha pronunciado oficialmente a este respecto.
Venezuela ya despertaba la preocupación de la Unión Europea desde hace años, cuando se destacó que la crisis socioeconómica y política que afectaba gravemente a los ciudadanos del país, del que más de tres millones de personas se habían marchado desde 2015.
La UE está ‘profundamente convencida de que una solución democrática inclusiva y pacífica es la única salida duradera al actual estancamiento político y a la grave crisis social que este ha provocado’.
Desde Japón, por ejemplo, se tildó de «opaco» el proceso electoral en Venezuela y llamó a la celebración de unas elecciones «justas y libres».
En varios puntos de Venezuela se están registrando movilizaciones e incluso varias estatuas de Maduro han sido derribadas.
Mientras la sombra de los enfrentamientos recorre Venezuela, la pesadilla eterna de las dictaduras en determinados países parece no tener fin por la desmedida ambición de mandatarios tiránicos.
Estos tiranos son incapaces de aceptar que, en pleno siglo XXI, la Democracia real y abierta es el único camino para la Paz y la Prosperidad, mientras que regímenes dictatoriales, como el de Maduro y otros, tan solo garantizan dolor, terror, pobreza y sufrimiento para sus países y nulas garantías de futuro.