Cantabria Diario – Periódico de Cantabria
La calidad del aire ha mejorado pero EA toma como referencia los nuevos límites aprobados en abril
La organización Ecologistas en Acción (EA) ha publicado su Informe estatal de calidad del aire 2023, cuyos resultados para Cantabria arrojan que el 38 % de población de Cantabria respiró aire contaminado por encima de los nuevos límites legales.
El informe de EA concluye que 230.000 personas estuvieron expuestas durante 2023 en Cantabria a una contaminación que excede los nuevos límites aprobados para 2030 por el Parlamento Europeo.
El área urbana de Santander incumplió el nuevo límite legal anual del dióxido de nitrógeno.
Pero las ciudades cántabras no han implantado todavía las obligadas zonas de bajas emisiones, vencido hace año y medio el plazo legal para ello.
El informe elaborado por Ecologistas en Acción analiza los datos recogidos en 785 estaciones oficiales de medición instaladas en todo el Estado español, entre ellas 12 situadas en Cantabria. Entre sus principales conclusiones, destacan que durante 2023 la calidad del aire en Cantabria ha mejorado respecto a los
años 2022 y anteriores a la pandemia, con una reducción significativa de los niveles de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono troposférico, en porcentajes que oscilan entre el 18 % y el 90 % respecto a los promedios del periodo 2012-2019.
El informe de Ecologistas en Acción toma como referencia los nuevos valores límite aprobados por el Parlamento Europeo el pasado 26 de abril, que deberán alcanzarse antes de 2030. De acuerdo a esos umbrales, el aire contaminado afectó en 2023 a dos quintas partes de la población cántabra, lo que expresa ‘la magnitud del reto a asumir por las administraciones en los próximos años para alinearse con la nueva legislación’.
Considerando la normativa todavía vigente, no hubo población que respirara aire contaminado ni superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación, por encima de los ‘obsoletos’ límites legales actuales.
EA afirma, además, que si se tienen en cuenta los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), mucho más estrictos que los límites legales vigentes y nuevos, y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación de la Unión Europea, el aire contaminado afectó en 2023 a la totalidad de
la población cántabra. En cambio, por la caída del ozono la totalidad del territorio cántabro estuvo libre de niveles de contaminación que dañan la vegetación.
Año seco y con episodios de contaminación por partículas
El año 2023 fue seco y el segundo más cálido en España desde al menos 1961. La estabilidad atmosférica activó los episodios de contaminación por partículas, en su mayor parte procedentes del norte de África. El alto calor estival contribuyó al aumento del ozono, en especial durante las olas de calor de julio y agosto. El cambio climático se confirma como un factor determinante en el agravamiento de los episodios de mala calidad del aire.
El factor esencial para explicar la caída de la contaminación atmosférica durante 2023 es la evolución de la actividad económica tras la pandemia de la COVID-19. El consumo de combustibles fósiles y electricidad se redujo el año pasado y las fuentes renovables cubrieron más de la mitad de la demanda
eléctrica, limitando las emisiones de las centrales térmicas de gas, estando cerradas la mayoría de las de carbón, las más contaminantes.
Las partículas (PM10 y PM2,5) y el dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire siguieron afectando a la mayoría de la población cántabra. Las partículas presentaron la peor situación en la Bahía de Santander y la Comarca de Torrelavega. El área urbana de Santander incumplió el nuevo límite legal anual del dióxido de nitrógeno. Debido a las características climáticas de Cantabria (inestabilidad, altas precipitaciones y baja radiación) la formación de ozono es baja.
EA considera que la contaminación del aire ‘debería abordarse como un problema sanitario de primer orden’. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, en 2021 fallecieron prematuramente hasta 21.000 personas en el Estado español por enfermedades agravadas por la mala calidad del aire, en torno a 300 de ellas en Cantabria, según el Instituto de Salud Global. Los costes sanitarios y laborales derivados de la contaminación atmosférica representan según el Banco Mundial 50.000 millones de dólares al año, un
3,5 % del PIB español.
Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son obligatorios según la legislación vigente, pero ‘en muchos casos no existen, y en otros son inefectivos por falta de voluntad política’. El Ayuntamiento de Santander
carece de un protocolo de actuación frente a episodios de contaminación atmosférica como los que periódicamente afectan a la ciudad.
Vencido hace año y medio el plazo para que todos los municipios de más de 50.000 habitantes establezcan zonas de bajas emisiones, para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, Santander y Torrelavega no las han implantado, pese a los abundantes fondos públicos que están
recibiendo para ello.
A juicio de EA la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio. También es necesario promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión, designar un área de control de las emisiones del transporte marítimo en el Atlántico Noreste, y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas.
El cuadro general que presenta Cantabria es el de dos focos principales de contaminación: por un lado la Comarca de Torrelavega, a causa de la elevada actividad industrial que alberga, y por otro la Bahía de Santander, caracterizada por un intenso tráfico rodado (confluencia de las autovías A-8 y A-67, tráfico de agitación de la Comarca del Besaya), la industria siderúrgica y química situada en Santander (GSW), Camargo, El Astillero (Ferroatlántica) y Marina de Cudeyo (Repsol y Columbian Carbon), el tráfico aéreo del aeropuerto de Parayas (Camargo) y las emisiones del transporte marítimo y el puerto de Santander.
La contaminación emitida desde ambas zonas se extiende por el resto del territorio en la forma de ozono troposférico, afectando especialmente al interior de Cantabria, aunque en niveles en general moderados.